Por primera vez en este blog me salgo del tema central del mismo, el MM para hablar de un cáncer desgraciadamente no tan desconocido como el nuestro debido a la cantidad de personas a las que afecta. Y también porque es una enfermedad que me toca de cerca ya que en mi familia lo sufrieron mi madre y mis dos hermanas y en homenaje a ellas quería dejar una pequeña huella en mi espacio personal.
En el caso de mi madre yo apenas tengo recuerdos porque era muy pequeño. Sucedió en 1978, cuando yo contaba con tan sólo 8 años de edad. Solamente recuerdo que mi madre estaba en el hospital aunque nunca me dijeron el motivo y, si me dijeron una pequeña mentira lo he borrado de mi memoria. De lo que sí me acuerdo es que yo le escribía cada día una carta que mi padre le hacía llegar acompañada de dibujos contándole cómo había ido mi día.
Una vez que mi madre salió del hospital, lo único que supe era que le había extirpado un pecho ya que en esos tiempos ignoro si existían los tratamientos con quimioterapia. Tengo entendido que fue en esos años cuando en algunos casos se comenzó a aplicar como terapia experimental, pero ignoro si a mi madre le tocó tratarse con quimios o no.
Sin embargo ella no se achicó. Siempre fue una mujer fuerte y, a pesar de su condición con un pecho menos ella nunca renunció por su pasión por la playa y se confeccionó sus trajes de baño para poder colocar de manera firme su prótesis y seguir mirando de frente a la vida con decisión.
Muchos años después, con nuestros padres ya fallecidos, mi hermana Sandra nos convocó a una cena para anunciarnos que le había diagnosticado cáncer de mama y, tras meses de sinsabores, de días y noches malísimas con las quimioterapias y las radioterapias, salio todo bien y más de diez años después sigue limpia y adelante con su ajetreada vida.
Y, por último, mi hermana María Eugenia, la mayor, diagnosticada en 2021, en medio de mi tratamiento del MM. Ese caso me tocó vivirlo de una manera más cercana porque estuve viviendo con ella una temporada. Afortunadamente también salió todo bien y ahora disfruta de su precioso primer nieto.
Como podréis comprobar somos una familia con tradición cancerígena, pero todos con un denominador común: la dignidad de aceptar lo que nos toca y no tener ni la más mínima duda de afrontarlo con las máximas fuerzas de cada uno. Lástima que no somos más, porque seguro que con un caso más nos dan un premio a la fidelidad.
Afortunadamente las cosas han cambiado mucho. El cáncer de mama tiene actualmente una mucha mayor tasa de éxito que de fracaso, teniendo en cuenta, por supuesto el grado y el momento en el que se detecta. Hablamos de una tasa de éxito del 84% pudiendo llegar al 99% si la enfermedad se encuentra únicamente en la mama.
Sin embargo, el cáncer de mama, desde mi punto de vista tiene un componente añadido, el de la sensibilidad de la feminidad. La pérdida de pelo debido a las durísimas quimioterapias a las que están sometidas es un tema sensible entre las mujeres porque, al fin y al cabo todos estamos acostumbrados a ver hombres calvos, pero en la mujer, el pelo es un componente importante de su imagen y de su identidad, y la afectación de la mama es aún más delicado. Por ello no sólo habría que tener en cuenta al cáncer de mama desde el punto físico, sino también el emocional, ya que al hecho de la dureza de ser diagnosticada con un cáncer hay que añadirle lo que ello conlleva en cuanto a cambios de imagen que, a veces no son nada fáciles de aceptar.
Y no quiero terminar esta entrada del blog sin tener en cuenta al hombre. Porque, si bien, el cáncer de mama siempre se asocia a la mujer y su simbología adopta el rosa como color, también existen casos de cáncer de mama masculinos aunque en muchísimo menor grado. Los datos hablan de que, en el caso femenino, se da 1 entre cada 8 mujeres, mientras en el caso masculino se da 1 entre 833 hombres.
Por supuesto hablamos de una tasa infinítamente menor, y que no tiene ese componente emocional del que he hablado antes, pero no es justo dejar de lado una realidad que no deja de tener importancia por poco probable que sea.
Y de eso, los pacientes de MM sabemos, ¿verdad?
Así que, en homenaje a mi madre y mis hermanas, y por extensión a todas aquellas y aquellos que sufren, mi admiración por su fortaleza y por tratar de llevar una situación que, afortunadamente en los tiempos en los que vivimos no está tan estigmatizada como antes.