¡Agradecimientos!

Han pasado ya unos meses desde que fui diagnosticado de MM y en todo este tiempo han ocurrido muchas cosas y tenido muchas sensaciones diferentes. Pero si hay algo que no ha cambiado ha sido la gente que me ha rodeado y me sigue rodeando.

Puedo presumir de tener cerquita de mi a mucha gente de una calidad humana sin límites. Comenzando, por supuesto por mi familia: mis dos hermanas, María Eugenia y Sandra que han estado desde el principio de todo este proceso conmigo y que, un tiempo después me he enterado de lo mal que lo pasaron mientras me realizaban las pruebas previas al diagnóstico. Ellas han estado, siguen estando y sé que siempre estarán. Al igual que saben que yo también estaré siempre, lo necesiten o no.

Con ellas río como hacía años que no reía. Con ellas me veo en el futuro, y donde vayan ellas, voy yo.

Mis sobrinos, por supuesto: María Eugenia, un ejemplo de superación que está lejos de nosotros, pero que, gracias a las nuevas tecnologías puedo saber de ella y sus marujeos.
Su hermano, Esteban, aprendiendo del pasado. Espabilando y tratando de salir adelante mientras que sigue siendo el mismo niño cariñoso que siempre ha sido.

Mi sobrina Candela, la que me obliga a hacer vídeos de Tik Tok. La loca de siempre, fiel a sus amigos, fiel a su familia. Leal con los suyos y rebelde con todo. Con una personalidad arrolladora disfrazada de una imagen cándida y coqueta.

Y, el cabezota, Quico. Al que a ratos mataría y a ratos me comería a besos. Trabajador, fiel a sus principios (demasiado, a veces) y con sus ideas muy claras, te gusten o no.

Y, para finalizar con la familia, mi tía Chari (D.E.P). Mi segunda madre. La que siempre me ha brindado su ayuda incondicional y con la que me esforcé todo lo que pude para devolverle el inmenso amor que he recibido siempre de ella.

Mi Asun de mi vida y mis entretelas, mi confidente durante tantos años. De la que he aprendido tanto. Con la que me he reído tanto y con la que he llorado tanto. Tenemos tantas vivencias y tantas horas de conversación acumuladas que sólo con el tono de voz sabemos qué le pasa al otro. Es una de los grandes lujos que me ha regalado la vida.

Y ahora toca hablar de los cuatro. Cuatro que se engloban en un grupo de Whatsapp llamado “borrachos y tragaldabas” por nuestra afición al buen comer y al buen beber. Uno de ellos soy yo y el resto son: David, siempre amable, siempre observador, moderado y más callado que el resto del grupo, pero siempre con opiniones certeras.

Cris, mi Crispi, la mujer de David. Un put* torbellino. Mi Pepito Grillo. La que no me deja pasar ni una, pero con la que me río a carcajadas. Nobleza por los cuatro costados y, sobre todo las cosas claras y el chocolate espeso. No puede disimular su honestidad, y si te lo tiene que decir, te lo dice. Y se queda tan ancha.

La cuarta del grupo, Virginia a la que el confinamiento acercó a mi vida aún más con horas de conversación telefónica (no se podía de otra forma). Un ejemplo de lucha, de superarse día a día. Valores envidiables y fundamentales que hacen de ella un ejemplo para los que estamos a su alrededor. Generosa, divertida y de carácter.

Y para completar ese grupo (sí, dije que éramos cuatro) las niñas: Paula, la mayor, hija de Virginia, con la que tuve la suerte de compartir muchas horas de juego siendo muy niña y a la que ahora observo encantado cómo se está convirtiendo en una adolescente con las cosas claras, el corazón enorme y risas de par en par. Y Martina y Alba, hijas de David y Cris. Martina con los ojos más expresivos que he visto en mi vida, muy parecida a su padre. Moderada, extremadamente educada, dulce. Y Alba, en la que tengo puestas todas mis expectativas, como su madre, un bicho. Pero un bicho de lo más simpático y de lo más expresiva en sus gestos.

Os tengo que hablar también de mi última adquisición: Vicente. Un amigo con todo lo que significa esa palabra. Nos conocemos hace tan solo un año. Nos une la pasión por la fotografía, y en ese pequeño espacio de tiempo me ha demostrado que aún hay gente buena y de una calidad humana que, por desgracia no es muy frecuente.

Mariví, mi seño, la que fue mi sufrida profesora de inglés en el colegio y que ahora es parte importante de mi vida.

Andrés, mi hermano. Al que, al igual que a mi sobrino Quico, a veces mataría porque me saca de quicio, pero que sé que si tiene que estar, estará sin preguntar. Mi pena es que lo disfruto menos de lo que me gustaría.

Sergio, siempre amable. Siempre educado. Un señor. No habla por no molestar.

Laura, pendiente de mi, del desarrollo de mi enfermedad. Siempre te recibe con una sonrisa. Pura amabilidad y una luchadora incansable.

Mi adorado grupo del ciclo superior de informática que estudié hace unos años: JJ, Guille y Fanny: JJ, el sabio, generoso y al que le gustan las cosas claras. No le vengas con tonterías. Si le ofreces verdad, él te dará verdad.

Guille, que él dice que nació en Argentina, pero no come carne ni le gusta el fútbol, así que a mi no me toma el pelo. Un tipo cariñoso, risueño, pero que cuando decide ir a lo suyo, lo hace, y punto.

Fanny, la que más ríe. Siempre anda ocupada, pero a quien procuro mantener cerca aunque sea por teléfono y se echan de menos sus monólogos.

Y los de la escuela de idiomas, Carlitos, todo un ejemplo de esfuerzo. Un tipo que se hace querer como nadie y al que admiro muchísimo porque, no sé cómo lo hace, pero consigue todo lo que se propone. Y Miriam, de oficio mamá. Todo dulzura, pero que si te tiene que hablar claro no se corta un pelo.

No puedo dejar de lado a dos personas a las que quiero muchísimo, mis amigos, Juanma y su mujer, Inma. Al igual que tampoco puedo dejar de nombrar a Isa y su pareja, Diego, a los que la distancia no me permite verlos lo que quisiera.

Y para no hacerlo más largo, nombrar a gente no menos importante como Miguel (Gromédeloscojones), Javi Díaz, mis primos Juan, Sergio, Ale, Tere y Fernando. Inés, Lilian, Pedro, Fali, Olivia y Malena.

Por supuesto, Jose, la loca de Sandra y la hiperloca Esther, Adrián, Juanma alias el Señor Liceras, mi Espe y Africa.

Y, por último, un agradecimiento especial a Manu, quien desde México se ofreció sin dudarlo a trabajar mano a mano conmigo en el desarrollo del logo. Sebas, el artífice del diseño de esta web y Ale Almoguera, quien siempre me animó a que no abandonara este proyecto. Sin ellos tres esto no habría sido posible.

¿Lo véis? Tanta buena gente a mi alrededor, ¿de qué me puedo quejar? Realmente soy una persona afortunada.

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