Todo empezó con un accidente. Os cuento: yo sufría dolor en el brazo derecho. Un dolor en el tríceps que mi médica de cabecera pensó que sería muscular, y por ello comencé una rehabilitación que empeoraba aún más todo. Así que el fisio que me atendía pensó que lo mejor era parar y hablar con mi doctora para que me derivara a traumatología y trabajar así con un diagnóstico más específico.
Problema… estábamos en plena tercera ola del jodido COVID, y la presión hospitalaria era muy alta, por lo que me armé de paciencia para una cita con el especialista que tardaría meses en llegar. Así que, estando de baja y animado por el buen clima que tenemos en mi ciudad, Málaga, comencé casi de casualidad a salir a pasear para no estar todo el día en casa. Eso sí, siempre acompañado de mis auriculares y mi música que juega un papel muy importante en mi posterior estado de ánimo. Pero eso es algo que ya os contaré más adelante.
El caso es que un buen día, en uno de esos paseos no vi unas baldosas que estaban levantadas. Tropecé y, en el gesto reflejo del cuerpo para evitar caerme, mi hombro se rompió, sufriendo un dolor insoportable. Así que volví a casa esperando que se me calmara el dolor, pero no lo conseguí.
Y uno, que es muy burro, para evitar ir a urgencias intenté por todos los medios que ese dolor desapareciera, pero sufrí la ‘amenaza’ de mi hermana Sandra que en un mensaje de whatsapp me dijo que, si no iba a urgencias esa mañana, ella no me llevaría por la tarde…Entendí a la primera que me estaba obligando a dejarme de tonterías e ir sin perder más tiempo.
Y una vez en urgencias, me ve un traumatólogo que lo primero que hace es ordenar una placa del hombro donde se descubre que tengo en el húmero una descalcificación agresiva de unos 8 cm…empezamos bien…
Ya, en ese momento se vislumbró la posibilidad de un cáncer o una metástasis y yo, dentro de un optimismo absurdo que me hace sobrevivir a los problemas, pienso…bueno, quizá es un tumor benigno… iluso de mi…
El traumatólogo se puso en contacto con el internista de guardia que, lo primero que hace es preguntarme si fumo. Y yo que sí fumo me dice que lo primero que me hará es una placa de tórax. Y es ahí cuando viene el acojonamiento, porque tanto mi madre como su hermano…obviamente, mi tío… murieron de cáncer de pulmón.
Los 5 minutos más angustiosos de mi vida hasta que salieron los resultados de la placa y el internista me tranquilizó porque no se veía nada extraño. A eso siguió un cuestionario sobre mi estilo de vida y posibles patologías, y a todo lo que me preguntaba yo le decía que no…no bebo…no tomo drogas…no he orinado sangre…no he escupido sangre… total, que me fui a mi casa con cabestrillo y de lo más contento porque con todo lo que había dicho que no, seguro que era un tumor benigno. Sí, lo sé… puede sonar a optimismo exagerado, pero aquí cada uno se agarra a su clavo ardiendo.
El caso es que siempre he estado convencido de que las cosas siempre pasan por algo, porque si no es por ese tropiezo yo sigo esperando la cita del traumatólogo que mi doctora solicitó a mediados de diciembre de 2020 y me han dado para el 7 de octubre de 2021, casi un año después. Y tras esa visita a urgencias, todo se puso en marcha y en poco más de un mes ya tenía mi diagnóstico…a saber en qué condiciones habría llegado si no tropiezo y voy a la cita el 7 de octubre al traumatólogo que pidió mi doctora…