Mi nombre es Rosa tengo 33 años vivo en Cuba y en septiembre de 2021 me diagnosticaron un Mieloma Múltiple.
Cabe destacar que a pesar de que es un cáncer raro de manera general, es aún más extraño que afecte a personas por debajo de los 50 años, por lo que me tocó asumir de una vez esos dos hechos.
Los síntomas comenzaron unas semanas después del inicio del 2021, comencé a sentir un dolor en la parte superior de la espalda que lejos de mejorar con el medicamento indicado por el médico seguía provocándome dolor, esto unido al inconveniente de que la pandemia por COVID-19 se encontraba en su punto más agresivo en el país me impedía realizarme exámenes más profundos para conocer de dónde provenía el dolor. Luego de unas semanas de reposo donde eliminé una serie de esfuerzos que llevaba a cabo diariamente en mi vida cotidiana y con otro tratamiento para tratar el dolor muscular finalmente remitió y me olvide por completo de él.
Meses más tarde volvió de manera progresiva, a esto se sumó otros síntomas como dolores de cabeza, cansancio que fue aumentando con los días, inapetencia, asco, fiebre y pérdida abrupta de peso. Pensé que estaba embarazada, creí que tenía covid, gastritis, diabetes, migraña, problemas de presión, pero nunca pensé que tendría la enfermedad a la que tanto tememos, CÁNCER.
Al ser evidente que algo serio me ocurría decidí realizarme unos análisis de sangre y el primer signo de alarma fue el resultado de mi hemoglobina que se encontraba extremadamente baja, aún no me explico cómo podía sostenerme en pie. No salí del hospital hasta que el hematólogo me indicara una transfusión de sangre y me realizara un medulograma, análisis necesario para conocer el estado de la médula ósea y descubrir el porqué de mi anemia tan severa.
Ingenua de mí, creí que era eso lo que tenía, una anemia severa, aunque el inconsciente me gritaba que había algo más que yo ignoraba y temblaba sólo de pensar en que pudiera ser algo peor. Dos días después mi esposo me sentó y me dijo «el doctor me escribió y dice que aún el resultado no está pero sospecha que sea un cáncer». Lo primero que pensé fue en mi hija en lo mucho que sufriría mi ausencia siendo tan pequeña y el dolor que me causaba dejarla a ella, a mi esposo y a mis padres y la tristeza que les ocasionaría. Lloramos juntos como nunca lo habíamos hecho por el posible cáncer y las implicaciones y complicaciones que traería consigo. Decidimos en ese momento enfrentar lo que viniera todos juntos.
El día acordado fuimos con el doctor y nos dio la confirmación. “Es un Mieloma Múltiple”, dijo “y no tiene cura”. Siguió hablando pero yo ya no escuchaba o no entendía nada de lo que decía. Recuerdo que busqué en Google diferentes tipos de cáncer en la sangre y le pasé por encima a este ya que me enfoqué en las Leucemias. Reconozco que fui con la esperanza de que sólo fuera un problema de anemia muy malo. Me quedé en silencio mientras mi madre y mi esposo le hacían preguntas, yo sentía como si se lo hubiera dicho a otra persona, no sentía nada ni tristeza, ni dolor, ni angustia, ya había pasado por eso dos días atrás con mi esposo.
Era necesario, más bien urgente comenzar con mi tratamiento pues mi estado de salud era delicado, así que ingresé al hospital con mi madre, donde me realizaron más exámenes para determinar el alcance de la enfermedad en mi organismo. Había atacado mis huesos creando lesiones óseas en la columna y la zona lumbar, los análisis de sangre arrojaron valores totalmente desajustados y la biopsia de médula vino con la confirmación de lo que el médico temía: el Mieloma tenía el 90 por ciento de la médula tomada y posiblemente había infiltración a órganos internos como el hígado, aún así no me desesperé hice lo que siempre hago en los momentos difíciles que he tenido que enfrentar solo le pregunté «¿qué es lo que tengo que hacer?”
La primera quimioterapia fue muy agresiva, era necesaria para atacar al enemigo. Cuando la enfermera preparó todo lo necesario y abrió el goteo del suero yo abrí mi libro del Paulo Cohelo que tenía conmigo en el hospital y comencé a leer la atrapante historia de El Zahir.
Estuve casi un mes ingresada, me bajaron muchos los leucos y fueron necesarias varias transfusiones de sangre. Una bacteria oportunista de mis bajas defensas me infectó y estuve más tiempo del deseado bajo tratamiento de antibióticos. Superado esto, estabilizados mis leucos y hemoglobina me dieron el alta y salí del hospital agradecida con todo el personal que me atendió de manera excepcional, desde la señora que me traía las comidas hasta las enfermeras que me decían el diminutivo del nombre y me trataban como una niña muestra del cariño que me profesaban.
Salí con el cuerpo dolorido, los brazos llenos de pinchazos, con muy pocas fuerzas físicas, además de la certeza de que perdería mi cabello largo y negro que por muchos años significó parte importante de mi femineidad. Pero poseía una fuerza interior que me hacía sentirme invencible ante la enfermedad. Un psicólogo al que admiro cuando supo que estaba enferma me dijo “visualízate sana” y eso es lo que hecho desde entonces.
Una vez en la casa con mi familia a mi lado me fui recuperando. Los dolores óseos fueron remitiendo con la quimioterapia y el uso de un corset destinado a mantener recta mi columna, una alimentación saludable y volver poco a poco a retomar mi rutina diaria me ayudó a mejorar en todos los sentidos. Después de varios meses de quimioterapia y la normalización de mis valores llegó el momento de realizarme otra biopsia de médula y con el resultado de esta llegó la remisión. Desde entonces me encuentro con tratamiento de mantenimiento y con mi vida mejor que antes, pues este casi año que he vivido desde el diagnóstico nos ha traído cambios positivos que agradecemos. De un mal ha salido mucho bien.
Agradezco a Pedro Prados la creación de su blog www.mividaconmieloma.com y la oportunidad que me ha brindado de contar mi historia y, sobre todo le agradezco su amistad.