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Historias de mieloma múltiple: Lesbia

03/10/2022

Mi nombre es Lesbia Mendoza, tengo 51 años y soy de Venezuela.

Les cuento parte de este acontecimiento que cambió mi vida para un propósito y así lo acomodo y asimilo en mi cabeza, donde hay que aprender a amar todo lo que sucede en la vida. En este caso toda mi vida fui una mujer activa, dinámica, alegre y vivaz. Muy creyente a mi Dios todopoderoso con mucha fe y confianza.

En el tiempo de la pandemia mi rutina cambió, como para todos. Iba mucho al gimnasio y me tuve que ausentar por el COVID. Al año y medio vuelvo hacer ejercicio y ahí comienzan mis dolores musculares, tendinitis, entre otros. Me di cuenta que ya no resistía mucho y me cansaba pero seguía hasta que sentí mucho dolor en mi espalda y costillas. Fui a mi médico de siempre y me dice, ‘tú estás sana, eso es dolor por tu rutina de ejercicios’ así que seguí con mi rutina de siempre.

A mediados de julio mis dolores fueron más intensos y me asusté y me preocupé mucho. En agosto de 2021 tuve un episodio muy fuerte, fui al baño hacer mis necesidades fisiológicas y no pude hacer mi limpieza con mi papel higiénico, al levantarme la columna me hizo un ruido como si se hubiese partido pues, en efecto fue la L1 que se fracturó y quedé privada. Lloraba y lloraba y estaba con dos de mis hija que son tres grandes guerreras que Dios me dio. Ellas se asustaron y como no podía moverme del dolor y el miedo un médico vino a casa y me inyectó para calmarme ese dolor. A la semana siguiente fui al traumatólogo y comenzó con estudios de resonancia y el resultado fue terrible, decía: metástasis, osteoporosis crónica. Sugiere tomografía y aparecen otras opciones. Es cuando hablan de mieloma multiple. El médico me realiza conteos tumorales en órganos y gracias a mi Dios y la fe en Él salgo sana en esos resultados y me refieren al neurocirujano y este me dice que tengo aplastamiento de vertebra L1 solamente y que, al tener mucha fuerza muscular me van a realizar algo sencillo.

Me hacen otros exámenes y salgo mal con la hemoglobina en 9, urea y creatinina altos, tensión así que me hospitalizan para tratarme y luego operar. Me llevan a cirugía y sólo me descomprimieron porque el doctor me dice que no puede colocar cemento óseo, o sea relleno en la vértebra porque los huesos están como los de un viejito de 80 años. Me mandan hacer biopsia y sale cáncer. Me dan de alta y me ve un oncólogo, pero luego de eso todo se complica con una neumonía. Creían que era COVID y la saturación llegó a 53. No quise hospitalizarme y le pedí a mi Dios que tomara el control. Me adecuaron mi habitación con oxígeno, una enfermera y comenzó mi fe y mi yo interior a decir ‘estás sana , sana en el nombre de Cristo Jesús’ y así fui día a día.

Por estar en cama 6 meses porque no pude ser operada me dio una trombosis profunda venosa, una bacteria en la orina y mi internista me suministró antibióticos, tratamientos para la trombo. Seguí aferrada a Dios y mi mente ‘estás sana , sana’, me repetía y fui superando todo. Seguía igualmente con mis quimios y los dolores bajaron, pero me dio una reacción, urticaria, piel púrpura. Lloré mucho, me veía toda morada producto de un medicamento por la trombosis. El oncólogo me cambió esa medicación pero como saben los tratamientos de quimioterapia son un mal necesario y seguí aferrada a la misericordia de Dios. Pude levantarme de la cama aún sin ser operada, fui dando pasos con ayuda y orientación del neurocirujano y con una faja que llevo dos años con ella.

Hace 2 semana me hice un estudio, no tengo trombosis ni varices y mi resonancia salió con resultados significativos y ya estoy lista para mí relleno, si así está en los planes de mi Dios todopoderoso, claro. Mis estudios y mi conteo hasta ahora son de una persona normal. Con quimioterapia para controlar todo.

Yo soy un testimonio de vida de un Dios que, cuando se le pide de corazón responde. Aquí estoy sana, así me declaro y con personas maravillosas que cada día conozco y con mucha paz me despido y Dios les bendiga grandemente

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Pedro
Pedro

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© 2021 Pedro Prados, Sebastián Fiorini, Manuel López-Santibáñez